martes, 1 de octubre de 2013

De leones, huevones y mariquitas

Churumbel, este fin de semana te has superado. Llevo un par de días dándole vueltas a cómo transmitirte lo orgullosísima que estoy de ti y no encuentro más palabras que estas: te quiero. 

Por lo que eres. Por tu capacidad para adaptarte. Por las ganas que has puesto para llegar. Por el esfuerzo de olvidar lo cansado que estabas. Por los besitos que le has dado a Calcetines, el perrín de la familia que vive en el refugio de Vegabaño. Por lo rápido que te has metido a nuestros compañeros de cordada en el bolsillo. Por no quejarte. Por tirarte en el suelo y jugar con un tigre de plástico, como si realmente fuera una fiera. Por comerte un par de chuletas de cerdo después de haber visto y escuchado atentamente las explicaciones de Rosas sobre la matanza del gochu. Por emocionarte y llorar el sábado por la noche con la peli noruega en que unas niñas se escapaban para reclamar que el gobierno de su país impidiera que expulsaran a su amiga africana sin papeles. Porque cuando tocó ser un león, fuiste un león; y cuando decidiste que mejor ser mariquita, lo confesaste sin pudor y te quedaste de canguro de Nacho y Borja... Por la naturalidad con que asumiste que ese chaval tan gracioso que llevaba mallas bien pudiera ser una chica. Porque, oye, de todo hay. 
Haciendo un kit kat

¿Sabes que me gustaría? Que algún día tuvieras un grupo de amigos como el que nos acompañó este fin de semana. Un grupo con el que pudieras compartir momentos; ponerte el mundo por montera durante unas horas; aprender a reírte de ti mismo; sentirte valorado; querido; y hacer todos los años una escapada especial a un lugar mágico en el que recordar hazañas pasadas, magnificadas por el recuerdo compartido.
Nos acordamos de los ausentes. Y de las ausentes. 
Y agradecimos que a la noche hubiera una cena estupenda esperando; una ducha relajante y una cama en la que dormir. En eso se van notando los años.
Lo demás: el recuerdo de un paisaje que acompaña muchos de los mejores recuerdos. El picu Jario, tu primera vez. Peña Beza. Y sufrimientos. Y las personas, la amistad que se mantiene a lo largo de los años.
La Montaña: la paz.

Un recuerdo especial para Pedro, del Hostal Peña Santa, en Soto de Sajambre, por todas las atenciones y más...

Otro, para Dobra y Calcetines, por los juegos compartidos. "Mami... si ves a Calcetines le dices que le quiero... "

Un cariño para Nacho y Borja. No hay baby sitter más divertidos. Chicos, os tengo en la agenda.

Mención especial para los profesionales formados en la antigua FP, por su dominio de la sintaxis.

Es fantástico poder ser alternativamente leona, huevona y mariquita y que nadie te juzgue porque eso es, precisamente, lo que te hace ser una mas del grupo. 



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