miércoles, 18 de marzo de 2015

La Puerta

Voy entendiendo el resto de puertas que se cierran: era fácil, solo quedaba una entre abierta. Eso me convierte ya en una spam de pleno derecho y me da libertad para hablar como quiera y de lo que quiera, a sabiendas de que al otro lado solo existe la nada.

Me diste un "dato" y monté una hipótesis, que no requería de un modelo científico demasiado complejo que me permitiera deducir la tesis, sobre la que formular el teorema de lo que esta relación es: La nada. 

No hay relación afectiva, porque para eso ya está(n) otra(s) persona(s); no la hay profesional, ni familiar, ni vecinal, o sindical. No la hay de amistad, porque no hay encaje en ese perfil de lo que se espera en una relación de amistad (cero preguntas, no decir, no expresar, mantener alejados los sentimientos, pensamientos, dudas... en definitiva, renunciar a lo que se es). Todo o nada. 


La nada. Hasta ahí llegó el método científico. Y monté mi teorema de las palabras muertas que no tienen un destino porque en la comunicación es imprescindible un emisor, un mensaje y un receptor. El emisor no ha sabido emitir el mensaje conforme a los parámetros esperados (y desconocidos); el receptor no está receptivo y la fuerza de la idea se pierde entre sujetos, verbos y predicados confusos. Caóticos. Se pierde el determinismo de una idea que no es.

Qué gusto dar dejar que fluyan las palabras sin necesidad de tener que buscar la fórmula más adecuada para hacerse entender. Y que no haya nadie.