lunes, 26 de agosto de 2013

Agosto

Empieza el mes de agosto con el mismo discurso de otras veces: merezco algo mejor... necesito encontrar mi rumbo... he perdido cinco años de mi vida... necesito encontrar a alguien que se adapte como un guante... y resoplo de pura desgana. ¿Mejor? ¿Necesito? ¿Años perdidos? Y entonces me pregunto... ¿y yo?

Continua el mes de agosto y una amiga, de esas que nunca te llaman para tomar un café o saber de tu vida, me envía un sms: "he vuelto a perder la dignidad, he vuelto a caer en la obsesión, no hago más que llamar, llorar, mendigar... estas cosas solo te las puedo contar a ti. Sé que eres la única capaz de entenderme"... ¿Yo?

Cada frasco de cristal, un deseo. De colores.

Se va terminando el mes de agosto y yo me siento más fortalecida. Un poco mejor que ayer. Orgullosa de lo que tengo y de lo que soy. Feliz de vivir en el paraíso y de compartir mis días con mi pequeño. Gran amor. 

"...Tengo la impresión de que en cuanto tenga clavos bien derechos voy a saber para qué los necesito..." Dice Horacio en este mismo instante. Los míos se van enderezando. Poco a poco.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Felicidad I

Estoy leyendo estos días un libro de Albert Espinosa, "El mundo amarillo" y, de momento, he sido capaz de interiorizar un par de ideas: la importancia de tener presente cada día algo que nos haya hecho felices, que parece que no, pero es más habitual de lo que creemos; y reconocer a los "amarillos" que nos hemos encontrado a lo largo de la vida. Hablo en masculino porque por mi vida, echando la vista atrás, han pasado más hombres amarillos que mujeres. Con gran diferencia. Y ello a pesar de mis desastrosas experiencias en el amor. Por eso sé que fueron amarillos. Ni amores, ni amigos. Pero este tema, el amarillo, lo dejo para otro post.

Hoy toca contar mi felicidad I. La de ayer. Llamar a una amiga de la que hace tiempo que no sé nada, soy bastante dejada, lo reconozco. Y la respuesta fue, de corrido: ¡Hola niña! Te echaba de menos. ¡Tengo ganas de verte!

Por la amistad. En amarillo

Son, por lo menos, cuatro felicidades en una, lo que la convierte en una macrofelicidad:

¡Hola niña!... A mi edad, no os podéis imaginar cuanto se agradece que se refieran a una como "niña"

Te echaba de menos... Soy importante para alguien. ¡¡UAU!! (Hay días en que realmente una se pregunta qué aporta a este mundo).

¡Tengo ganas de verte!... ¡¡¡Y yo a tí!!! Porque me encanta hablar contigo, porque me siento querida, porque me entiendes, porque me escuchas, porque no me juzgas y porque das unos abrazos de osa que son una auténtica gozada.

Y la cuarta será la de hoy, pasar una tarde juntas, reírnos de nuestras majaderías y, seguro, compartir unas sidras riquísimas.

martes, 13 de agosto de 2013

Vacío

Qué pena encontrarnos, cruzarnos en el portal, y no tener nada que decirnos. Como dos desconocidos.
Qué pena no sentir más que vacío en tu mirada. Un vacío desafiante. Inmutable. Marcando la distancia del que está sin querer.
Qué pena sentir de nuevo cómo quedo fuera de tu vida. Reiterativamente. Compulsivamente. Obligatoriamente.

Embalse de Zufre. Huelva

Qué alegría pensar en la ganancia que augura esta pérdida.