sábado, 16 de junio de 2012

Grecia

¡Por fin ha llegado el tan temido fin de semana griego! Mañana será el día. Los griegos decidirán cuál será su nuevo gobierno e, indirectamente, qué hacer con su futuro europeo. ¿Seguirán en el euro? ¿Se irán? En caso de dejar el euro, ¿Cuáles serán las consecuencias para ellos? ¿Para España? ¿Europa?

Esta mañana he oído en alguna parte que está todo el mundo "acojonao" con el tema.

Sin embargo, yo, infatigable observadora, he echado mi particular vistazo al mundo, al próxiimo, al de mi barrio, mis compañeros, mis amigos, mi entorno... Y, ¿Qué veo?

Leo hace unos días, en facebook, a un amigo al que le importa un carajo el asunto eurogriego... porque, palabras textuales, "trabajo todo lo que puedo, cuido a mi mujer y quiero a mis amigos. A la prima, el euro, el ibex y demás... que le den". (Lo de cuido a mi mujer me dejó k.o.... pero ese es otro tema).



Salgo esta mañana a la calle: en la carnicería, las clientas de siempre, haciendo turno y hablando de la mala suerte que tenemos en Asturias los fines de semana... No para de llover. Con las ganas que tenemos de playa y ¡mira qué tiempo!

El zapatero agobiado de trabajo. El parece que sí ha salido ganando, se le acumula la tarea. En tiempos de crisis no hay dinero para nuevas inversiones, pero los gastos en mantenimiento crecen.

En el kiosco, la kiosquera hablaba al teléfono con su hermana. Su madre está enferma, por las conversaciones que a menudo he escuchado sin escuchar, diría que de Alzheimer... "has probado con el puré? Tiene que comer algo. Pues le dices que unas natillas... No puede estar sin comer que tiene que tomar las pastilla..." Sí, en el kiosco sí estaba el espíritu griego: en la portadas de la prensa.

Y en el café, los mismas conversaciones de siempre. Estos días toca Eurocopa y el partidazo de ayer entre Suecia e Inglaterra.

No veo pánico en las calle, ni colas de personas en las antiguas cajas para sacar sus ahorros. Si acaso cierto desánimo. Como si la vida fuera más pausada en los últimos tiempos. Veo carteles de "Se alquila"... "Se vende"...

Yo pienso en mis amigos griegos. En Georgeous, Dimitris... En las risas que nos echamos juntos aquel verano del 95. En los dientes rotos de Georgeous cuando se tiró a la piscina el día de mi cumpleaños. En las noches sentados en la terraza de su casa, en Atenas, escuchándole tocar la guitarra española. Asturias, de Albéniz. Y pienso, ¿qué será de ellos? Habían estado viviendo en USA, pero la tierra tira y volvieron, se casaron. Trabajan para el gobierno. ¿Qué será de ellos?

Y el día sigue, las horas pasan. Sigo sin sentir pánico.

En estos meses he leído sesudos análisis económicos y políticos. Explicaciones de porqué, por dónde, hacia dónde, cómo. Pero me falta un análisis sociológico. Porque esta crisis que lo inunda todo parece que no cala. O cala de otro modo. Estamos rendidos a lo que pueda pasar. Se está convirtiendo en un tema de conversación más. Quizás no sea más que la calma que precede a la tormenta. Pero no la siento en el alma de la calle. Es física, pero no siento la química. ¿Será por eso que necesitamos ya el rescate moral?
...
Han pasado dos días desde las elecciones y todo sigue igual, o peor. En la calle las preocupaciones siguen siendo las mismas: el trabajo; poder seguir manteniendo el negocio; las vacaciones, ya a la vuelta de la esquina; el tiempo, malo; el fútbol... los mercados siguen su particular evolución que nos lleva a la deriva financiera; la incertidumbre arrasa con todo. Pero los hombres y mujeres de este país son resilientes. Es el día a día lo que nos mueve. Lo cotidiano, lo que nos hace sentir bien o mal.

¿Y Grecia? Unas elecciones más, pero tampoco parece que haya cambiado mucho. Otra vez los de siempre.

lunes, 11 de junio de 2012

¿De qué nos están rescatando?

Llevo unos días en los que las dudas se me están acumulando en el cerebro y voy a tener que darles salida, a ver si de esta manera, con el esfuerzo de síntesis, consigo liberarlas. Ya sé que no resolverlas. Oye, además, la duda compartida es más llevadera.

Vamos a por ella. La duda patria. La cossa nostra de los últimos tiempos -guiño a nuestros colegas italianos, que ya habrán puesto sus barbas a remojar-. El gran Bailout, que dicen los anglosajones, más que nada por no mentar la bestia de Rajoy: el Rescate

El gobierno niega la mayor: no hay rescate; el resto del mundo lo confirma: sí hay rescate. Unos y otras se enzarzan en una lucha dialéctica que a nosotros, el pueblo raso, poco nos importa. Porque vamos a ver, concretamente, ¿de qué nos están rescatando? ¿de un gobierno que es incapaz de tomar decisiones efectivas? No, ahí siguen todos, como si no pasara nada. ¿De la avaricia de unos cuantos inversores/especuladores que con sus malas artes, y consentidos por leyes que amparaban sus actos, consiguieron "enladrillar" y hacer desaparecer los recursos financieros de los que alguna vez dispusimos? Todo apunta a que tampoco. ¿De qué nos rescatan? ¡¡Por Dios!!. Esta duda me puede.

¡¡El Rescatador!!
Hablo desde la ignorancia (en esto estoy en línea con Rajoy), y por lo que he podido leer estos días, parece ser que España recibirá Ayuda Financiera (vulgarmente conocida como "Rescate") que se dirigirá, íntegramente, a salvar a la banca de sus propios desmanes. El FROB (Estado) recibirá una línea de crédito, o un préstamo -no conocemos las condiciones (por cierto, qué curioso que a estas alturas no conozcamos más que los titulares, con lo bien informados que solemos estar siempre de los movimientos de nuestro gobierno... vamos a pensar que es que no conocen los términos del contrato ni la letra pequeña, otra vez y ya van...)-.

Con este préstamo, línea de crédito, de 100.000 millones de euros (impensable en pesetas) podrán facilitarle la vida a los bancos que lo soliciten. Todavía no se conoce la fórmula -¡¡!!- Pero será vía CoCos (deuda convertible en acciones bajo determinados supuestos), ampliaciones de capital, etc... Algo se les ocurrirá, que doctores tiene la iglesia, lo que no sabemos es dónde. El caso es que con este dinero, nos dicen que los bancos se recapitalizarán. Vamos, que provisionarán todos esos activos de los que no saben cómo deshacerse, para curarse en salud y que las pérdidas no sean tantas y tan de golpe. No vaya a darles algo a sus accionistas.

La broma nos saldrá por un interés más bajo que el que actualmente pagamos por nuestra deuda (vamos a dejar descansar hoy a la prima, que bastante tiene últimamente. Por cierto, que según las últimas noticias, la volvemos a tener desmadrada. No se conforma con nada...). Si a nosotros, FROB, la broma nos saldrá por un 3-4%, nosotros les cobraremos a los bancos entre un 3-10%. ¡¡Vaya Bien!!! ¡¡¡Saldremos ganando!!! Y aquí me empieza a dar la risa floja.

¿Quién nos garantiza que los bancos puedan afrontar esta deuda? Alguien proponía: compran deuda del Estado y ya está resuelto... El argumento se cae por su propio peso. Incluso yo podría hacerlo mejor. Si es lo único que se les ocurre, por favor, que vayan echando ya a todos esos señores tan serios que aconsejan a los cientos de Consejos de Administración de los cientos de Cajas que fusionadas han dado lugar al galimatías en el que estamos. ¡Oh Dios! ¡No los podemos echar, nos cuestan una pasta en indemnizaciones!

Oye, a lo mejor el rescate era para eso. Para poder mandarlos a todos a sus casas y aquí paz y después gloria.

La única manera de que salgamos de esta sin daños mayores es que los bancos pongan esos eurillos que les hacemos llegar con NUESTRO préstamo, a disposición de las empresas. Que son las que lo deben de mover. Las que tienen que crecer. Rentar. Generar ingresos y, de paso, crear unos cuantos puestos de trabajo. Que falta hacen.

Vale, la Banca se tiene que sanear, pero también tiene que colaborar al crecimiento de la economía inyectando crédito, porque sin crecimiento no se salvarán ellos, ellas, bancos, bancas. No habrá manera de que devuelvan ni pongan en valor el dinero prestado. Y, en consecuencia, nosotros, Estado, estaremos más arruinados que ayer y menos que mañana.

Mi única esperanza es que la ya familiar Troika (FMI, BCE, Comisión Económica de la Unión Europea), tan nuestra como la Prima, sea consciente de que se la juega e imponga unas condiciones a España que vayan en la línea de reestructurar el sector bancario, pero también de mover crédito y crecer. Porque en otro caso, difícil será que vayan a ver un duro (ya no digo euro) del dinero que nos prestan. Y ¿más austeridad? No sé si podremos con ella.

martes, 5 de junio de 2012

¿Conciliamos?


Todo empezó con una discusión de parque: ¿Qué es conciliar?.

Os pongo en situación: tres madres, dos casadas, una soltera; una empresaria, otra trabajadora por cuenta ajena y un ama de casa; las tres licenciadas; las tres madres de niños, varones, de edades parecidas (de hecho el denominador común de las tres es la clase de los niños, además del parque...).

El parque me da muchos momentos para la reflexión, cuando nació Martin una de las cosas que mas me preocupaban, (por no decir directamente horrorizar) era la idea de tener que pasar horas muertas de banco, escuchando historias absurdas de pediatras, comidas, cacas, y ropitas. Nada más lejos de la realidad. Me he encontrado con un microcosmos apasionante. Variado: madres y padres, niños, niñas... Múltiples y diferentes vidas: con trabajo, parados, casados, solteros, divorciados, "ama de casa", veinteañeros, cuarentañeros (aplíquese la "a" en todos los casos; la "o" no procede en el caso de las amas de casa, porque solo "tenemos" una en el club y es mujer), curiosamente hay una mayoría de profesores y maestras. Todas las mujeres con trabajo. Gran mayoría de hombres en paro.
Muchas "discusiones" sobre temas variados: economía, educación, salud, también ropa, y comida, pediatras... pero en absoluto las charlas insulsas que yo temía. Y hace un par de semanas surgió el tema que os comentaba y que volví a recordar ayer cuando leí en Sintetia la entrevista a María Gómez del Pozuelo, CEO de Womenalia (Directora Ejecutiva). Lo primero que me llamó la atención fue el titular: "Hasta el 2054 las mujeres no llegaremos a tener el 40% de los puestos de dirección"... Cifras concretas que una no sabe muy bien en base a qué están estimadas... En cualquier caso, suscribo el contenido. La importancia de promover el talento, independientemente del género. Promocionar la igualdad de accesos a puestos directivos en función de la valía de las personas y no su  género... Y el tema de la conciliación.

En la charla de parque hablábamos de las dificultades que tenemos las madres y padres trabajadores para afrontar el verano. La "problemática" de las vacaciones escolares, la necesidad de disponer de ayudas y opciones para poder conciliar trabajo y familia. Y surgió la discusión. ¿Qué es conciliar? ¿Que la administración te ofrezca alternativas para cuidar de tus hijos mientras tu trabajas? Conciliar la vida familiar debería de ser dedicar tiempo de calidad a los hijos, estar con ellos y poder compatibilizarlo con la vida laboral... Pero la realidad es que conciliar es poner a disposición de las familias, alternativas para el cuidado de los niños mientras sus padres, madres, desarrollan su vida profesional. Gracias a los abuelos, cuidadores, apertura de colegios en horario extraescolar, vacacional... 

La discusión estaba ahí. ¿Cómo puede ser eso conciliar? ¿Tenemos hijos para que sean otros los que los cuiden, eduquen y ayuden a crecer? ¿Somos egoístas y no renunciamos a mayores ingresos para poder dedicar más tiempo a estar con nuestros hijos? ¿No es cierto que con uno de los dos sueldos, sea el de él o el de ella, podríamos vivir, sin lujos, pero con tiempo para los niños?

Desde mi punto de vista, las políticas de conciliación ayudaron, ayudan, a muchas mujeres a conseguir la independencia económica, paso previo a la independencia emocional, a liberarse del peso de las cargas impuestas por el machismo tradicional que relegaba su papel al de ama de casa, con escasa voz y menos voto. Se acabó la excusa de: si tu trabajas, ¿quién cuidará de los niños?. Solo por la oportunidad que ha dado ha muchas mujeres, las políticas públicas de conciliación, merecen la pena.

Es cierto que todos, todas, queremos tiempo con los niños; pero también queremos desarrollarnos profesionalmente. Es cierto que es muy difícil compatibilizar ambas cosas. Es cierto que hay que hacer renuncias. Es cierto que las renuncias casi siempre las hace la mujer, en favor de la vida familiar. Y es curioso observar que esto es así independientemente de su categoría profesional: si es baja, "da igual... para lo que ganas..." si nos movemos en el ámbito de la dirección: "ya que eres la jefa, no pasará nada porque llegues más tarde y lleves a la nena al pediatra..." Siguen siendo mayoritariamente ellos los que se quedan después del trabajo a tomar una cervecita con los colegas, mientas ellas se van a casa... cenas, duchas...

Las cosas están cambiando. Ya digo que hay padres en los parques. Que duchan a los niños. Que leen cuentos. Que se preocupan por sus deberes. Les llevan al pediatra. Están y participan.

Y eso, entiendo, es conciliar. Al margen de las facilidades públicas. Estar los dos, al pie del cañón. Hoy por ti y mañana por mí. No valen excusas de reuniones que se eternizan. De cervecitas con clientes. La conciliación tiene que estar en la base de la familia (entendida en el sentido más amplio: tradicional, varones, mujeres, mixtas, ...). Hombre, mujeres, somos distintos, pero es necesario hacer un esfuerzo para que las diferencias en lo cotidiano no sean tan evidentes. Pienso que solo así se podrá apostar por una igualdad de futuro. Desde el presente y desde lo micro.

Mujeres

Llevo varios días dándole vueltas a este nuevo post. Tenía la necesidad de hablar de las mujeres.

Rectifico, no se trata de ninguna necesidad, simplemente me apetecía. De hablar de mujeres, en general, de ninguna en particular. De tipos de mujer que he ido identificando a lo largo de los años.
Nunca me he sentido feminista. Aunque me he sentido muchas veces tratada con el desprecio machista del que cree que la opinión de una mujer siempre vale menos que la de un hombre. Y ese desprecio lo he sentido por parte de hombres y, sobre todo, de mujeres.

Siempre me ha gustado observar. Siempre he sido tímida. Con los años se aprende a manejar lo que uno mismo percibe como falta de habilidades sociales, pero hay rasgos que se mantienen y uno de ellos es el de la observación. Esther, ella tan despistada, ella tan en su mundo. Ella, tan extraña.

Me crié con una mujer, las dos solas, mi madre y yo. Madre mayor, mucho mayor. Madre a destiempo. Cuando ya no tocaba. Cuando, quizás, lo que apetecía era ser abuela. Madre viuda, viuda de las de antes. Madre poco cuidada por sus otros hijos. Madre sola, por dentro y por fuera. Madre "de las de antes": exigente, dura, inflexible. Poco dada a los afectos. Distante.

Las dos solas. Ella fue la primera mujer en mi vida. La primera a la que observé. Durante largos días. Largas tardes de domingo, las dos solas, en las que apenas circulaba una palabra entre los muros de nuestra casa. Las eternas tardes de invierno. Esperando que llegara el verano. Que hubiera otras mujeres que con sus historias, sus risas, me animaran, nos animaran, la vida.

Porque había otras mujeres. Mis tías. Ellas también, antiguas, no diré viejas. (Una de ellas tiene ahora 100 años). Todas enlutadas, unas por los maridos, otras por los padres, por los hermanos. Pero distintas a la madre. Con historias que contar. De la familia. La guerra. El hambre. El pueblo. Lo cotidiano. La vida. Era un placer sentarse en el regazo de Pacita y dejar que cantara alguna de sus canciones. Que contara alguno de sus cuentos. Que me hiciera reír. Ellas eran mujeres poderosas. Pacita, Feli... Yo las veía como heroínas de algún cuento. De esos cuentos que me contaban. Y con ellas empecé a observar las relaciones hombre-mujer. Pacita y José María. El tan cascarrabias. Y ella la que ejercía el poder velado. Feli y Mario. El tan buen hombre. Ella con su carácter de mujer indomable. No te cases sino quieres. Pero ten un hijo, me decía, no hay nada más grande. Los hombres no sirven para nada, más que para darnos hijos. Tu estudia. Gánate la vida. Ten un hijo.


Y siguieron más mujeres. Con la perspectiva del tiempo creo que esas primeras mujeres marcaron lo que soy ahora. Por consanguinidad, genética, o por roce, el hecho es que entre todas hicieron de mí una pequeña rebelde. Una mezcla extraña: rebelde, tímida, independiente, pero como los niños chicos... sabiendo siempre que alguien, quien sea, vela por mí en la distancia.

No diría de ninguna de ellas que fueran machistas. Todas, incluida, y sobre todo, mi madre, me animaron a estudiar. A trabajar. A ganarme la vida. A ser independiente. Autónoma. A no depender de nadie. Sin embargo, ninguna de ellas dejaba que sus hombres: maridos, hijos... fregara un plato, tocara una escoba, hiciera una cama... Yo observaba esas extrañas relaciones de poder: eran ellas las que parecía que llevaban la voz cantante y, sin embargo, eran ellas también las que asumían mansamente todas las tareas de la casa. Ellas al control. Pero ellas las que hacían.

Oir, ver y callar. Era la máxima de mi madre. Nunca le hice caso. Tímida, pero con carácter.

Los años pasaron y seguí observando a las mujeres, a las más próximas, a las más distantes. Familia, amigas, compañeras... Observaba.

Y me encontré con un amplio abanico. Alguna mujer anulada por un marido machista, manipulador, encantador de serpientes. Enamorada hasta las trancas. Dependiente. Sumisa. Entregada. Al cabo de los años destruida como persona con el consentimiento de los que callan.

También las conocí felices en su papel de "mujer de..." mujeres felices viendo a sus maridos bien planchados, bien comidos y bien follados. Quién sabe si por otras.

Las conocí feministas confesas, que a la hora de la verdad perdían los papeles por los machos alfa de la tribu y se venía abajo su feminismo. Se ponían a los pies del que se terciara y hacían del amor libre la excusa perfecta para sufrir como condenadas por esos hombres. Esposos de esas otras mujeres perfectas y felices.

Sí, también las conocí libres. Pero las auténticas ya estaban entradas en años. Y todas con un poso de melancolía. Consecuencia de alguna relación no cicatrizada. A menudo con hombres, otra vez, perfectos en su papel de alfa. Aun así, mujeres con la cabeza alta. Orgullosas de lo que llegaron a ser. De lo que llegaron a vivir. Orgullosas de su vida. De haber vivido con intensidad. Sin sensación de derrota.

He conocido mujeres anodinas. Con una limitadísima capacidad para la expresión, para la comunicación. Mujeres presas de sí mismas. Inhibidas para la emoción, el afecto. Mujeres que se sorprenden de cada paso que doy: Esther, qué cabeza, no se centrará nunca. Incluso de cada paso que dan ellas mismas. Mujeres que no necesitan un macho alfa porque con el beta les alcanza perfectamente. Sin ambiciones. Ni química. Ni física.


Demasiadas mujeres atrapadas en relaciones desiguales. Demasiadas mujeres que siguen anteponiendo el bienestar de un hombre al suyo propio. Al de sus hijos, sus hijas. Mujeres educando niñas; niñas cuyo modelo es una madre incapaz de estar sola. De salir adelante sin un hombre que la guíe.

He visto mujeres madres. Madres de sus hijos, de sus parejas, de sus padres. Madres entregadas. Que no son sin toda esa recua de hijos que llegan sin cesar. Y no me refiero solo a los biológicos. Mujeres cuya vida no tiene sentido sino es cuidando. De quien sea. Sintiéndose necesaria.

Mujeres conciliadoras: multiplicando el trabajo, los esfuerzos. A las carreras. Las comidas, las cenas, los niños. Fines de semana con padres o suegros. Durante la semana: trabajo, casa. Una carrera contra el reloj. Sin tiempo para sentir. Ni para pensar qué quieren hacer de su vida. Sin tiempo para disfrutar. Para sentir.

Y es ahora, al cabo de los años, cuando veo a otro tipo de mujer. Libre. En pareja, sin pareja. Pero libre. Mujeres que no son dependientes de un rol prefijado. Mujeres que viven para sentir. Que sienten y transmiten. Apasionadas. Libres o en soledad. Mujeres dignas. Inquietas. Sabias. Mujeres con objetivos que van más allá de hacer feliz a un hombre, de ver crecer a unos hijos, de dejar pasar los días. Mujeres entusiasmadas con una causa. Mujeres comprometidas con la sociedad. Mujeres comprometidas con otras mujeres. Comprometidas con otros hombres.

Estoy empezando a ver a esas otras mujeres. Mis tías, Pacita, Feli, quizás hoy día formaran parte de esas otras mujeres.

Soy todas y ninguna a la vez. Busco mi sitio. Eso sí, siento. Y tuve un hijo.

viernes, 1 de junio de 2012

¡¡Innovemos en transparencia!!

Estos días tuve una ilusión. La ilusión de la transparencia. Asturias es una región pequeña, somos pocos y nos conocemos. Sabemos lo mal que están las cosas y lo difíciles que se pondrán. Sí, todavía más. Tendrá que haber más recortes. En Sanidad. Educación. Servicios Sociales. Donde nos duele. Más paro.

No hay crecimiento. El número de empresas que cierran o en ERE sigue en aumento. En consecuencia, también el número de parados. Y, lo lógico, es pensar que también se reducirán los ingresos recaudados vía impuestos. Las cosas se siguen complicando... El déficit... Que sí, hay que cumplirlo. Porque si en una casa no entra dinero, tiene que salir gasto. No hay otra. Ya no es una cuestión de tener contenta a Merkel, a Europa, al BCE, a Rajoy, o a "los mercados". Es una cuestíón de "la cuenta la vieja" (qué casualidad que la que hacía bien las cuentas fuera una vieja y no un viejo: ¡guiño a las abuelas!). 

Y, ¿qué tiene esto que ver con la transparencia? Uno de los grandes problemas que tiene el gobierno de la nación es la deficiente comunicación de todos en general y algunos en particular: Rajoy, que como presidente de un Estado en la situación en la que estamos debería de estar un día sí y otro también en los medios, dando la cara y, por lo menos, reconfortándonos. Porque sí, esta crisis tiene mucho de moral y es el rescate que mas necesitamos. De Guindos, como Ministro de economía, tiene mucho que decir, no solo sonreir, esa sonrisa maliciosa y burlona que no se sabe qué esconde. Wert... ¿Qué decir de Wert y sus "arrebatadas" declaraciones?

Transparencia...


A lo que iba, la transparencia. Hay un nuevo gobierno, esta mañana se ha reunido el Consejo y uno de los objetivos de la reunión era perfilar el Plan de ajuste del déficit público -Plan Económico Financiero- que hemos de presentar a Madrid. Y todo parece resumirse en una noticia que no aporta más luz que la cifra: 498 millones de euros. Aparentemente el cálculo ha sido sencillo: "Según Martínez, la cifra de 498 millones se obtiene de la resta entre el déficit máximo autorizado para este año -345 millones- y la cuantía del déficit en que incurrió la administración autonómica en el ejercicio de 2011, que se elevó a 843 millones". No sé si es "según Martínez" (Consejero de Presidencia), por lo menos lo es según LNE. Y, una de dos, o el uno ha sido excesivamente tacaño con las explicaciones, o los otros excesivamente breves en su versión de los hechos.

¿¿...??  No puede ser. No puede ser que la actual Consejera de Hacienda y Sector Público haya estado encerrada dos semanas dando vueltas a las cifras para llegar a esta escueta conclusión. Esperamos más de este gobierno. Esperamos que nos tengan informados. Es nuestro dinero. Son nuestros impuestos. Se emplean en mantener un sistema con el que estamos satisfechos y si nos van a recortar el gasto "necesario" (entre comillo porque pienso que hay muchas ineficiencias asignativas y distributivas, pero ese es otro tema) para su mantenimiento, exigimos saber el detalle. El cómo, dónde y cuándo. Empezemos a hacer las cosas bien en Asturias. Demos ejemplo. Seamos transparentes. Practiquemos la didáctica de la comunicación. Demostremos que las cosas se pueden hacer mejor de lo que se han hecho hasta ahora. Saber comunicar también es una forma de innovar. Otra forma de hacer gestión. Empecemos en Asturias. Recortemos lo que sea necesario. Eso sí, tratemos de mantener nuestros derechos como ciudadanía. Salvemos todo lo que podamos. Pero, lo que sea que haya que hacer, hágase con transparencia. Somos adultos y conscientes. Capaces de asumir la realidad, por dura que sea.