jueves, 16 de enero de 2014

Sobre los presupuestos en salud (II)

Me preguntaba alguien, en relación al anterior post, si la política de incentivos desarrollada en el ámbito de la gestión clínica había sido exitosa. Pues, depende. 

En términos globales, no. El gasto sanitario público en la región se ha mantenido al alza en los últimos años, la tendencia alcista se está reduciendo como consecuencia, sobre todo, de la crisis económica y su impacto en la oferta de servicios. Y por las medidas tomadas desde el Gobierno Central en Madrid para reducir el gasto farmacéutico. 

¿Qué impacto real tiene la gestión clínica sobre la eficiencia del sistema? ¿Y la política de incentivos? En mi opinión, la gestión clínica aporta beneficios, aunque en el corto plazo no parezcan relevantes. Es importante que los y las profesionales que trabajan en el sistema sean conscientes de la repercusión económica que tienen las decisiones clínicas y asistenciales que toman en el desempeño de su labor. En este sentido, establecer objetivos económicos a las Unidades de Gestión es una medida, desde el punto de vista estratégica y de sostenibilidad, muy relevante. 

El establecimiento de objetivos económicos y su vinculación a incentivos puede generar comportamientos perversos que incidan negativamente sobre la calidad del servicio y la seguridad de los pacientes. Se incluyen, por tanto, indicadores que midan la diligencia en la prestación para evitar que las medidas económicas puedan redundar en una peor calidad. 
Faro de Foz. Lugo. Galicia.

A priori, todo correcto. La parte negativa del modelo... La que refieren los profesionales adscritos, voluntariamente, a las unidades de gestión. Que los objetivos no se pactan, si

 
no que se fijan unilateralmente. Que no tienen suficiente margen de maniobra. Que el trabajo de obtener muchos de los indicadores no compensa el valor intrínseco del indicador. Que las metas, en ocasiones, no son alcanzables. Y, si preguntamos a nuestra Consejería de Hacienda, nos diría que hay un aspecto negativo más. ¿Cómo podemos hablar de ahorros y de pago de incentivos cuando la realidad es que el gasto se sigue incrementando?

Un fallo que tiene el sistema, siempre según mi punto de vista, en el aspecto económico, es que se ha optado por un modelo de contabilidad de gestión orientado al coste completo. Error. Las unidades de gestión tienen su papel relevante en un componente de la eficiencia: la técnica y, en algunos casos, la organizativa; pero ninguno sobre la asignativa. Los precios a los que se compra, les vienen dados; actúan sobre los consumos: farmacia, pruebas diagnósticas, consultas a especializada, estancias, guardias... pero no sobre el precio de los factores productivos. Quizá habría que ir a otro modelo de imputación presupuestaria y de análisis de costes.

En los modelos de incentivación aplican las teorías de la información, de agencia, la función de utilidad individual y agregada. El modelo será óptimo si es capaz de alinear intereses de la organización con los intereses privados de los profesionales. No siempre ha de derivar en una asignación económica, es importante conocer los componentes de la función de utilidad de la unidad y las personas que forman parte de ella. Y promover la incentivación en los aspectos más valorados: formación, prestigio, promoción, tiempo para investigación.