miércoles, 18 de diciembre de 2013

Sobre los Presupuestos en Salud

Hace unos días alguien me preguntó cómo asignábamos en España los presupuestos a los servicios sanitarios. No me pareció fácil responder sobre un mensaje, así que lo dejé para un post en este mi blog, en el que todo cabe. Por lo menos todo lo que me interese. Si alguien espera que algún día hable de fútbol para algo más que no sea criticar a los clubes que vaya perdiendo cualquier esperanza. Por ejemplo.

A lo que iba. ¿Cómo se presupuestan los servicios sanitarios? Empezando por lo más macro: El Estado, el gran financiador, asigna parte de lo recaudad vía impuestos, a las Comunidades Autónomas, atendiendo a los criterios establecidos vía LOFCA, Ley Orgánica para la Financiación de las Comunidades Autónomas. Estos ingresos, más los generados directamente por las Comunidades, conforman el monto de disponibilidad para gastar de las administraciones autonómicas.

¿Y en qué lo gastan? En servicios públicos como educación, sanidad, servicios sociales, mantener la estructura de la administración, infraestructuras, justicia, etc. Concretamente, la sanidad es gestionada por la Comunidad Autónoma, en este caso Asturias, desde el 1 de enero de 2002, en que se recibieron las transferencias del Estado. 

Con lo que ya tenemos la respuesta a la primera parte: La Sanidad macro se financia vía impuestos, propios y transferidos del Estado. 

¿Qué parte del presupuesto de la Comunidad Autónoma se asigna a la Sanidad? La que sus señorías de la Junta del Principado decidan. Cada Consejería elabora el presupuesto de su ámbito, atendiendo a criterios como el gasto histórico, nuevos proyectos, las directrices de la Consejería de Hacienda, etc. El presupuesto global se lleva a la Junta, y se aprueba... o no. 

Nuevo Hospital Universitario Central de Asturias

Se apruebe o no, hay presupuesto, si se aprueba tendremos un Presupuesto a futuro. En caso de que no se apruebe tendremos un presupuesto prorrogado. ¿Qué quiere decir? Que se mantienen las partidas para gastos corrientes: personal, bienes y servicios... y, en el caso de las inversiones, solo las que ya estuvieran previstas en ejercicios anteriores como gastos plurianuales, que afectan a más de un ejercicio económico. Resumiendo, no se pueden hacer nuevas inversiones. En los tiempos que corren, en que las inversiones están bajo mínimos, no es el mayor de nuestros problemas.

Seguimos descendiendo. Sanidad ya tiene su presupuesto. ¿Cómo financia al proveedor de servicios, en este caso el SESPA (Servicio de Salud del Principado)? Técnicamente, a través de una transferencia. Formalmente, a través de la compra de servicios materializada en un contrato, sin entidad jurídica, llamado Contrato Programa.

El Contrato Programa establece las líneas estratégicas, objetivos, metas e indicadores que debe de cumplir el Servicio de Salud para el período temporal establecido. Incluyendo aspectos no solo económicos, sino también asistenciales, de calidad, seguridad del paciente, farmacia, efectividad... Realmente la consecución o no de los objetivos no está ni penada ni premiado. Es una declaración de intenciones, un acuerdo entre dos partes. Una forma de expresar en términos no económicos la razón de ser del Servicio de Salud.

El servicio de salud, a su vez, firma acuerdos de gestión con las áreas sanitarias, una traslación del contrato programa a cada una de las 8 áreas geográficas en que se organiza el sistema de salud en la región. Los objetivos se fijan en función de las características de las áreas: población, dispersión, nivel de recursos, infraestructuras, actividad, etc. Con este presupuesto, las áreas tienen que ofertar una cartera de servicios, suficiente para cubrir las necesidades de su territorio, que incluye tanto la Atención Primaria de salud, como la Especializada. Todas tienen un hospital de referencia de nivel, al menos, comarcal.

Finalmente, hay un último nivel, que es el de las Unidades o Áreas de Gestión Clínica. Son servicios, o centros de salud, que se constituyen como gestoras de un presupuesto con la finalidad de cumplir unos objetivos específicos y que, ahora sí, llevan asociados, al menos en teoría, una serie de incentivos en función de su cumplimiento o no.