lunes, 20 de agosto de 2012

Vacaciones

Lo mejor de las vacaciones es la ausencia de horarios, el poder disfrutar del día como a una mas le plazca. Como única atadura tuvimos los horarios de natación de Martin y las puestas de sol, que nos recordaban que era hora de irse a casa, aunque no siempre hicimos caso del sol y algunos días alargamos la playa mas allá del tiempo.
Las playas... Estas han sido las vacaciones más playeras de los últimos tiempos. Xagó, Barro, San Juan, Vega, Verdicio, Carniciega, Los Quebrantos, Bayas... Las playas del cantábrico. Con su mar helado,  este año sorprendentemente cálido.
Verdes, ocre, turquesa y azul... Negro. Los colores de las vacaciones. El verde de los bosques de eucaliptos, de los pinos, de los praos, de las montañas y los montes que sirven de muralla a las nieblas que llegan del mar. Ocre de la arena. Más fina, más gruesa. Húmeda o seca. Turquesa del mar... a ratos azul... intenso. Inmenso. Negro del carbón en Los Quebrantos, en Bayas.
El mar quieto, bravo, imprevisible. Con sus corrientes, idas y venidas. Espectacular. El sonido de las olas.
Las aventuras de Martin con sus obras de ingeniería. Sus nuevos amigos, esas amistades que no van más allá de las horas que pasan juntos, pero que se viven con la intensidad propia de la edad. Sus incursiones en el agua, a la búsqueda de olas juguetonas que le hicieran saltar, que lo voltearan, que le pasaran por encima o que le impulsaran con su tabla. ¡¡¡Mira mami!!! ¡¡¡Hago surf!!! Y mami feliz. Interminables horas de palas. Ese juego tan sencillo en otros y que a mí se me pone tan cuesta arriba desde el principio de mis tiempos como palista playera.
Horas de paseos al lado del mar. De risas. De conversaciones trascendentes e intrascendentes. Compartidas con amigos, amigas. Horas para retomar relaciones un poco olvidadas. Para encontrar a los amigos del verano y a las amigas del invierno.
Horas para sidrear sin prisas. Para leer las noticias más triviales de la prensa. Incluso interesarse por las aportaciones sesudas de los expertos en Jovellanos y su mundo. La Granda en verano, ese Think Tank de jóvenes promesas.
Días para desinteresarse por las primas y sus riesgos. Por la bolsa y hasta por Mariano y su pandilla.
Días para leer. Maruja Torres, Soledad Puértolas, Saúl Fernández, Santiago Lorenzo... Para identificarse con personajes sencillos, confusos, sofisticados. Aburridos. Interesantes. Rutinarios y atrevidos. Para sentirse un poco en Roma y otro poco en La India. En Barcelona y en Madrid. Para sentirse abandonadora y abandonada.
Tiempo de bocatas y de helados.
Las vacaciones son una especie de impulso para seguir volando. Para detener un poco el tiempo y observar con más detalle lo que nos rodea. Para olvidar las prisas y fijarse en el caracol que toma el sol sobre la pasarela de la duna. En la flor que crece solitaria entre la arena. Para imaginarse algún naufragio tumbada al sol. Para sentir una tormenta acechadora en lo que no es más que una ola brava que rompe en la orilla.
El tiempo de las vacaciones se va y deja una huella en la memoria de todos esos momentos, compartidos o solitarios. Y deja deseos y auto promesas de lo que serán las próximas. Dejan ilusión por lo que vendrá.

Y vendrán más veranos y vacaciones. Entretanto habrá nuevas entradas en este blog al que me estoy aficionando. Opiniones de la vida. De lo cercano.

Vulevo a retomar el día a día de lo cotidiano. Hoy, mi segundo día libre como mamá-Rodríguez, ví una peli que recomiendo: "La felicidad nunca viene sola" pasado el empalago del título, es genial. Divertidísima. Me he reído hasta llorar.
Ah, no solo soy la única responsable de todo lo que pone aquí. También lo soy de las fotos. Otro mundo apasionante.