martes, 31 de julio de 2012

Verano

Verano. Otra vez verano. Ya casi en el ecuador. No estoy segura. Otro más, también diferente. Todos son distintos. Recuerdo el de hace 6 años, el verano del gran cambio. O eso creía, porque el cambio vino después. Ese verano de 2006 fue duro. Intenso. Emotivo. Lleno de dudas. De sufrimiento, la verdad que sí. Un verano que tenía que haber sido de ilusión. Había un bebé en camino. Lo decía el tocólogo, lo decían las ecografías, lo decían el cuerpo, que sin casi darme cuenta iba cambiando, se redondeaba y me recordaba por las mañanas que algo estaba cambiando. Estuve sola, como tantas veces. Y acompañada, pero no era la compañía que necesitaba. Me sentí humillada. Abandonada.

Y la barriga crecía. Al final del verano empecé a sentir pequeños movimientos que no eran gases. Quizás una manita, o un pie que me recordaban que estaba ahí, que ya éramos dos y no estaba sola.

El siguiente verano fue el de la maternidad. Ir a la playa cargada con cochecito, sombrilla, bolsas varias, un bebé regordete y feliz que se comía la arena. Al que le encantaba que le metiera los pies en el agua y jugar con las olas. Al que paseaba por la orilla, con el en brazos. Orgullosa de ser su mamá y de ver sus ojillos en los míos, sonriendo. El verano de los primeros juegos, de las babas, de las primeras cosquillas, ese verano en que fui usada como chupete humano. En que un enanito se colgaba de mi teta y se quedaba extasiado chupando y mirándome. Nuestro primer verano. El verano en que me sentí madre por primera vez.

Haciendo amigos... Volando
Y hubo más. Fuí creciendo como madre. Intentando no olvidar que también soy mujer. Pero creciendo como madre. Renunciando a más de lo que algunos creen. Y esforzándome por ser feliz. Por el, Martin, y por mí. Porque los dos lo merecemos. El y yo. Desde el principio, en el verano de 2006 supe que seríamos dos, para siempre. El y yo. Que no haría nada que no fuera bueno para ambos. Que él sería lo primero. Y lo mantengo. Y es duro, porque se dejan cosas y personas por el camino. A veces duele, pero compensa., Compensa que te despierten por la mañana con una abrazo sincero. Compensa que te abracen con amor después de una tarde dando patadas a un balón. Compensa que te digan Mami, yo también te quiero. Compensa que te abracen por la espalda y te den un abrazo en el muslo, porque no llegan más arriba.

Y este verano también es diferente, porque la personita va creciendo. Se define una personalidad única. Un carácter diferente al mío. Alguien con su criterio, sus filias y sus fobias. Que empieza a relacionarse al margen de mí. Que ya no me necesita tanto. Pero con quien disfrutar con más libertad. De más libertad. El verano de las primeras rutas por el monte. El verano de las primeras aventuras en solitario por la playa... para bañarse en el oeste. El primer verano en que ya no importa tanto perder de vista a mami en la playa (a mami sí le importa, pero la aventura es la aventura). El primer verano solos de principio a fin. O no. Todavía estamos en el ecuador.

El primer verano de muchos otros que están por venir. Diferentes. Unicos.

martes, 24 de julio de 2012

Hoy la vi

Esta mañana. Ahí estaba. He visto la crisis delante de mis ojos. Subía a trabajar y, como suele ser habitual salvo prisas de última hora, cruzaba el parque escuchando las noticias y observando las flores, que están preciosas en estas fechas. Sobre todo los días de luz.

A la altura del Escorialín había tres personas sentadas en un banco, dos hombres y una mujer. Una cuarta persona estaba de pie, de espaldas a mí. Los cuatro vestían ropas demasiado pesadas, grises y ajadas para la época en la que estamos. Incluso tratándose de Asturias. Varias capas de chaquetas, camisas, El que estaba de pie llevaba puesto un viejo abrigo, marrón y deslucido.

Uno de ellos tenía un papel sobre el regazo con algo que me pareció algún tipo de embutido. El que estaba de pie sacó de una bolsa de plástico una barra de pan mientras el tercer hombre le acercaba una navaja.
Grátila. Nava
Los cuatro tenían la mirada cansada, de desánimo, la mujer me miró al pasar y sentí el reproche en sus ojos. Quizás por mi forma de mirarles, o por lo inoportuno del momento. Por sentirse observada en esa circunstancia en que ella seguro que hubiera preferido estar en otro lugar. En otra compañía.

Ví la crisis.

Al lado del banco había dos o tres maletas pequeñas. Quizás lo que les quedaba de otra época que habrá sido mejor. Una época en la que habría una casa, una familia, unas tazas de café, prisas por llegar al trabajo. Vidas e ilusión.

Y ví esas miradas de desesperanza. Cuatro desconocidos compartiendo una barra de pan y algo de relleno. Y pensé en los mercados, ellos tan racionales. En el gobierno, tan caótico en sus idas y venidas. En todo lo que nos queda por vivir. Pensé en Martín. Y en el futuro.

Era la crisis en forma de personas. Ya no es Grecia, es España.

PD: Esta mañana los he vuelto a ver. Con más detalle. Hoy vi que llevaban un par de sacos de dormir y las legañas puestas. Creo que duermen en el parque. Estoy empatizando con ellos. Tienen pinta de personas honestas con mala suerte. Hoy bajaban charlando, con las mochilas al hombro. Y no, no son peregrino, les delatan los zapatones, nada apropiados para hacer El Camino.

miércoles, 18 de julio de 2012

Revolución

Nada. Que yo sigo sin verlo. No acabo de vder la luz al final del túnel. Esta mañana, hablando con un compañero, comentábamos que era el principio de una nueva revolución industrial, y esta tarde leí una entrevista que me reafirmaba en la idea de revolución.
No estoy de acuerdo en parte de su contenido. No hay más que echarle un vistazo a los presupuestos, sean del Estado o de la Comunidad Autónoma para ver que los recortes son imprescindibles. En Asturias, con gobierno socialista, se anuncia que este año cumpliremos el objetivo de déficil... eso sí, con una ayuda de 666 millones de euros (tiene bemoles lo del 666) en forma de crédito extraordinario. Vamos, que sí... este año no gastaremos mucho más de lo que ingresamos (1.5% sobre el PIB, si es que efectivamente cumplimos), pero gracias a una ayuda en forma de deuda, de "solo" 666 millones de euros. Calderilla. Teniendo en cuenta que somos una población de 1.070.000 habitantes, "solo" tocamos a unos 622 € por cabeza. Eso sin contar con el resto de préstamos y créditos que actualmente mantiene el Principado con el BEI, bancos, proveedores, etc.
Y hablamos de Asturias, que no es de las regiones más endeudadas, ni con mayor déficit.
Sí, los recortes son inevitables. La situación no es sostenible y el gasto corriente: pagar nóminas de empleados públicos, pagar los gastos de funcionamiento de los servicios: luz, agua, farmacia, contratos de mantenimiento y servicios, etc se "comen" los ingresos cada vez más escasos de la administración.
Y nada de agobiarse, ¡¡que son dos días!!
Es un hecho y una realidad. Las empresas cierran, los trabajadores se quedan en el paro y dejan de aportar tanto vía IRPF, como vía cotizaciones sociales. Las pequeñas empresas cierran, baja la recaudación del Impuesto de Sociedades; las grandes se van porque no somos competitivos (es mucho más barato el carbón de sudáfrica, o de Chile... con condiciones de trabajo infrahumanas).
La subida del IVA es, a corto plazo, la única alternativa que tiene el gobierno en este momento para recaudar lo suficiente para mantener unos ingresos que garanticen los gastos básicos del Estado. Medida cortoplacista y desesperada, como bien explica Javier García, Sintetia, en su artículo "Cuando el IVA va, los incentivos vienen". Pero es lo que hay.
La situación es la que es, y esto es inevitable. Lo que es evitable es que siga siendo así. Hay que aprovechar para reformar el Estado, es evidente que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias, no ha sabido prever que esto podía pasar y no está siendo capaz de actuar y de adelantarse a lo que dictan los dichosos e insaciables mercados. Hay que recortar, sí.
Pero también hay que estimular a la economía porque sino nos ahogamos. Y hay que cambiar  las leyes para proteger a la ciudadanía de la avaricia de los mercados (César, ya lo sé, no todos son iguales). Hay que reformar la estructura política del país. Hay que modificar la Constitución y hay que construir una sociedad realmente democrática. Estamos en manos de un partido con mayoría absoluta, con más de tres años de gobierno por delante, ninguna voluntad de diálogo y escasa capacidad de actuación para los que queremos otro Estado.
Toca revolución. Pero revolución pacífica. Echemos mano de la memoria histórica. Ahora somos una sociedad más evolucionada, más desarrollada y con más conocimiento de causa que en el año 34. Que en el 36. Me horroriza la situación que estamos viviendo. Pero también los aplausos enfervorizados a un minero que grita en televisión que por sus "cojones el su fíu va a seguir trabayando en la mina". Quiero entender que los aplausos eran por el coraje de luchar. Porque fíos tenémoslos muchos. Y a todos nos gustaría que el día de mañana tuvieran un buen trabajo a la puerta de casa, para no perderlos de vista. Pero la realidad ye la que ye.
Y tengamos en cuenta que hay que elegir, o seguimos formando parte de este mundo global, liberal-capitalista, el mundo que impera, o rompemos nuestra pequeña parte de la baraja y optamos por un nuevo modelo social que ni conocemos, de tan nuevo.
Hórreo de mi tía Mercedes. En Piloñeta, Nava.
La economía está evolucionando más rápido de lo que creemos. La revolución industrial del siglo XIX supuso un nuevo modelo intensivo en mano de obra. La actual revolución industrial es de transición hacia un modelo tecnificado. Un modelo en el que el factor productivo más relevante ya no será la mano de obra, sino la tecnología. La forma de combinar los factores de producción y el conocimiento. Este nuevo modelo tecnificado y globalizado tendrá por delante el reto de ser capaz de cubrir las necesidades de 7.000 millones de personas en todo el mundo. Está obligado a ser un modelo sostenible, distinto del actual.
Hay que potenciar el conocimiento, el uso de las nuevas tecnologías. Ya no van a venir grandes empresas a darnos miles de puestos de trabajo porque no, para eso no somos competitivos. Y no lo somos porque hemos alcanzado unos niveles de bienestar social que tienen un precio. Por desgracia son competitivos aquellos países en que la vida humana vale bastante menos que en nuestro país, donde la calidad de vida de las personas deja bastante que desear. Ese modelo industrial no nos vale. Tampoco tenemos potencial energético, somos deficitarios en producción de energía y la que producimos es cara. Por cierto, que sigo echando de menos un Plan Nacional de Energía.
No poseemos materias primas.
¿Qué tenemos? Un país diverso. Patrimonio histórico. Reservas de la biosfera. Parajes Naturales Protegidos. Mucho humor. Sol... Y conocimiento. (Interesante artículo sobre el último estudio elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de investigaciones económicas). Exportamos titulados y se cotizan al alza. Aprovechemos esta ventaja competitiva. Aprovechemos también las oportunidades que nos dan las TIC para globalizarnos y salir al mundo. Aprovechemos el tirón que tienen algunas de nuestras empresas para exportar y salgamos al mundo sin salir de aquí.
Tenemos también una cultura que cambiar. No hemos acostumbrado al comercio fácil y barato. A coleccionar objetos, nos hemos olvidado de las personas. De la tendera del barrio. De la panadería de la esquina. De la tienda de ropa que vende diseños propios. Es más cómodo, y más barato, comprar en los grandes centros comerciales, a las marcas "baratas" y llenar vestidores (porque con los armarios no nos llega) de prendas que nos pondremos una o dos veces. Hemos renunciado a la calidad por la cantidad. Hemos dejado de valorar las cosas por lo que son.
El cambio es importante. Los políticos no están preparados para asumirlo, pero dudo que nosotros lo estemos.

Y, resumiendo, un deseo: no paralicemos el país, porque es lo último que necesita.

jueves, 12 de julio de 2012

La frontera de posibilidades

Todo va a peor. Trato de racionalizar lo que me dicta el corazón y llego a algunas conclusiones que no sé si son las que tienen que ser. O sí, por lo menos son las mías.

Tenemos un problema. Grave. El Estado actúa como regulador de derechos y deberes en una sociedad compleja. Garante de la justicia social. De la equidad en el reparto de las rentas. Garante de unos servicios públicos eficientes y de calidad. Eso es lo que entendí siempre que era el Estado.

Aperos de labranza en la Feria de la Ascensión. Oviedo
La realidad, nuestra realidad está yendo por otros derroteros. Los mercados, esos gran desconocidos, marcan las pautas de lo que debe de hacer el Estado. Los mercados están ganando la batalla. Los mercados, en forma de banqueros - usureros; de especuladores sin escrúpulos; de mercaderes de ilusiones;... han dejado al Estado en estado de shock. Sin capacidad de reaccionar, por lo menos de reaccionar con sensatez y sentido común. Porque en el gobierno hay unas cuantas personas y, aunque solo sea por aquello de las sinergias, deberían de ser capaces de juntar entre todos y todas un cerebro que piense con sentido común. Esto ya excede de cuestiones políticas. El Estado en forma de gobierno ha perdido los papeles y actúa como lo haría Martin con unas tijeras y varias revistas a su disposición. Recortando papelinos sin sentido. Ni orden ni concierto. Ahora recortamos en Sanidad, en Educación, en Gastos de Personal en el Sector Público, en Dependencia, subimos el IRPF a las "clases medias" -las que tienen su sueldo y ninguna escapatoria- y ¿por qué no? ¡¡vamos también a por el IVA!! A fin de cuentas ¿qué son tres puntitos más? (¡¡va!!... sólo un 16,7% ). Como esto no es más que un juego de suma 0, aumentamos ingresos, reducimos gastos y aquí paz y después gloria. (Nótese la ironía, se que obvia decirlo, pero por si acaso).

Aquí nadie se plantea de qué modelo económico estamos hablando. Cómo vamos a reestructurar el tejido económico de este país. De momento cerramos la minería, no es rentable económicamente... Bueno, vale, ¿tenemos un Plan B? ¿Qué hacemos con todas las personas que quedarán en el paro? Hasta donde yo sé, la mayoría no tienen formación. Así que difícilmente tienen salida. Bueno, quizás sí. Irse a "países emergentes" a trabajar en minas también emergentes. Cobrando sueldos miserables y con unas condiciones laborales que ya quisiera yo para muchos banqueros y políticos en este país. No soy partidaria de las subvenciones vitalicias a fondo perdido, pero tampoco del abandono a su suerte de miles de familias. Es más, si tengo que elegir obviamente me decanto por las familias. Tienen que haber una solución intermedia y, quizás, era la que estaba planteada y el gobierno se está saltando a la torera. ¡Ah! Que es porque no hay dinero. Pues vale, cerramos embajadas, senado, y recortamos puestos políticos a la mitad. Será por dinero.

Hablando de recortes en el carbón. ¿Alguien sabe cuál es nuestra política energética? ¿No es el de la energía un sector estratégico de primer orden? ¿Esas mentes pensantes que juegan con las tijeras serán capaces de pensar en estos asuntos?. Ah, que no. Que lo de hacer dos cosas a la vez cuando uno está en el poder resulta cansino.

¿Y sobre qué tejido empresarial se va a reconstruir España (reconstruir, porque todo apunta a que no van a quedar más que los ladrillos en los que tenemos "activados" todos nuestros recursos monetarios)?

Está muy guapo lo de emprender. Emprender, ¿en qué? TICs... Suena bien. Seguro que tienen muchas posibilidades, pero no son infinitas.

También son futuro...

Nos olvidamos -parece ser que dejaron de estar de moda hace años, pero tengo el día rancio...- Nos olvidamos de la agricultura, de la ganadería, de la pesca, de los pequeños negocios locales, de las tiendas del barrio, de los talleres mecánicos, las librerías tradicionales, nos olvidamos de los pequeños.

No se me ocurre otra que dar soporte a estos pequeños, cooperar y colaborar, promover los recursos locales y tratar de resurgir de las cenizas. 

Promover el consumo local. Los productos locales. Ayudarnos de las TIC para salir a otros mercados. La movilidad.  Hacernos visibles dentro y fuera. Hacernos visibles y demostrar que sí somos competitivos.

El Estado no lo va a hacer por nosotros, no soy optimista. No sé hacia donde vamos, pero el Estado de Bienestar que conocimos no lo volveremos a tener en años. Repensemos el modelo que queremos. Exijamos cambios. Reglas de juego estrictas para el sector financiero. Nada de pensiones vitalicias para políticos. Ni contratos blindados multimillonarios para banqueros. Exijamos cambiar las reglas de juego social y económico.

Para empezar sería bueno que supiéramos cuál es nuestra frontera de posibilidades. Esa que viene definida por los recursos disponibles y la forma de combinarlos. Me pregunto hasta dónde podemos llegar. Y a dónde nos llevarán.

viernes, 6 de julio de 2012

Pelayo

He vuelto de las vacaciones. Merecedísimas, por supuesto. No Hay depresión postvacacional,  ni tampoco euforia por volver a la rutina. Lo único que queda es el sabor y el recuerdo de unos días inolvidables. Fueron nuestras primeras vacaciones solos: Martin y yo. 

Monte. Pueblo. Tierra. Agua. Naturaleza. Risas. Si tuviera que resumir en 6 palabras estos días, serían estas.

Y estas vacaciones me han trasladado en el recuerdo a otras. De otros años, de otra vida, de otra Esther. Donde también había montañas. Y pueblos: Lugueros, Cerulleda, Tolibia de arriba y de abajo. Tierra. Agua. Naturaleza. Y muchas risas. Los años de las primeras amistades auténticas. De los primeros amores. De algunas primeras experiencias.

Bodón

Los años de Campamento, con mayúscula. Las vivencias compartidas marcaron el desarrollo como personas de todos los que pasamos por él. El Campamento, nuestro Campamento, nos hizo crecer y evolucionar. 

Hablo en general, pero sobre todo de mí. De aquella Esther tímida, extremadamente. Con ganas de ser y estar. Pero más cómoda en su mundo interior que socializando con otros jóvenes que la superaban en todo. O eso creía en aquella época. 

La convivencia, la tolerancia, el respeto. El día a día de las rutinas... fueron dejando huella en este espíritu inquieto que nunca dejó de observar. El río, los árboles, las tiendas, las piedras... acampados, acampadas, monitores. Don Juan. Un cura de parroquia, el alma que guió aquellos años.

En el Campamento se respiraba igualdad. De manera natural. Nadie se planteaba que acampados y acampadas tuviéramos tareas o responsabilidades distintas. No recuerdo que nadie discriminara a nadie por razón de sexo, ni por ninguna otra razón. Bromas y maldades aparte, que haberlas húbolas. Recuerdo una convivencia plural. Todos pelando patatas, todas haciendo sombrajos, todos haciendo rallies, todas lavando la ropa, todos fregando en cocina, todas limpiando el comedor. Monitores. Monitoras. Ellos y ellas en la enfermería. Ellos y ellas limpiando las letrinas. Compartiendo baños. Excursiones. Escapadas nocturnas al pueblo. Al río.(El río... qué frío... estos días bañándonos allí, en las aguas heladas de los Pirineos, reviví también esos baños rápidos de las 12, antes de comer y con prisa para que diera tiempo a tomar un poco el sol delante de la tienda...).

Río Curueño

Esta semana de regreso a la rutina, pensé en todo esto. En la suerte que tuvimos de vivir esta experiencia inolvidable. Al margen de sentimientos religiosos. Fue la época en que "mi ser religioso" me empezó a abandonar. Años de rebeldía y de crítica con lo establecido. Sobre todo la religión. A pesar de tratarse de un campamento parroquial, de que Juan, Don Juan, estaba siempre presente... No me  sentí nunca obligada a participar de esa experiencia religiosa que no sentía. Las misas eran una fiesta de guitarras, palmas y canciones. Nos enseñaron valores a través de la convivencia. Nadie le preguntaba a nadie por su procedencia. Nada sabíamos de nuestras circunstancias familiares, sociales. Eramos personas. Todos iguales. Todas diferentes. 

Estoy segura de que a todos, a todas, nos marcó. Que hay algo que nos diferencia. Que nos ha hecho un poco más tolerantes. Un poco más humanos. Un poco más sensibles. ¡Qué suerte hemos tenido de estar ahí!