martes, 11 de septiembre de 2012

¿Evolución o revolución?

Llevo días coleccionando motivos para ponerme a escribir, pero no encontraba el momento. Y este es tan bueno como cualquiera. No doy a basto con tanta ocurrencia. Lo más divertido es el asunto del vídeo erótico, pero no es plan de ahondar en la herida. También tengo algo que decir sobre un artículo que salió estos días en la prensa local donde expertos que representan a algo menos de la mitad de la población asturiana (somos más mujeres que hombres) opinan, sabiamente, sobre nuestro devenir. Tengo curiosidad por conocer la opinión de la otra mitad, algo más abundante y, según dicen los expertos en la materia, mas intuitiva. El tema estrella será el mercado de mi pueblo, por ser de mi pueblo, por lo bien que salió todo, porque es un ejemplo a seguir, porque me sobran los motivos. Pero lo dejo para otro momento.

Hoy me animo a lo grande. Lo más interesante de los últimos días ha sido la propuesta de reforma fiscal del gobierno de Hollande. No dejan de ser experimentos, porque estoy convencida de que realmente nadie tiene la respuesta clave sobre qué camino seguir. Pero por principios me atraen más iniciativas que actúen sobre las rentas más altas, políticas redistributivas, promuevan ayudas al desarrollo empresarial y a la generación de empleo; que planteen recortes que garantice los recursos destinados a educación, sanidad, justicia social, redistribución de la riqueza y promuevan un futuro común en el que quepan todas las personas.

 Por cierto, la semana pasada, hablando con una amigo que sabe bastante más que yo de algunas cosas (en realidad muchas cosas, pero tampoco voy a tirar piedras contra mi propio tejado), me decía que ya no podíamos hablar de crisis, que estábamos entrando en una nueva etapa, un nuevo modelo económico por descubrir... ¡Um! ¡Intertidumbre!. Que las bases sobre las que se sostenía el actual modelo se venían abajo y lo que está por venir, desconocido, es otro planteamiento social y económico diferente. 

Casualmente eso es lo que yo entiendo por crisis. Según Wikipedia, "Crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρίσις) es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución". (Me gusta lo de "sujeta a evolución", que no revolución). Así que sí. Crisis con mayúsculas. A lo grande, desde la ética, pasando por la economía, la sociedad y la forma de entender la política. De arriba abajo y de abajo arriba. Una crisis incierta porque no tenemos las claves del futuro. Las intuimos. Intuimos que los "tiros" tendrán que ir por el camino de la sostenibilidad. De la cooperación más que la globalización. De la justicia social mas que la económica. (Qué miedo da usar la palabra "tiros" en el contexto actual, aunque sea como parte de una frase hecha...).

Esta crisis está siendo un poco diferente a otras, porque no hay claves. Ni siquiera tenemos claro cuáles son las causas porque, como dice el refrán, entre todos la mataron y ella sola se murió. (Y cuando digo "tenemos" me refiero tanto a las opinadoras de andar por casa, yo misma, como a premios Nóbel estratosféricos). Ahora en lo que toca creer es en la reencarnación de las mentes, ya que no puede ser de la carne, y cruzar los dedos para que lo que venga sea mejor que lo que dejamos atrás. 

Unas y otros opinamos, como si se tratara de una Barça-Real Madrid, y haríamos cambios que los entrenadores, grandes ineptos, son incapaces de hacer. Hay alternativas: podemos dejar caer algún banco, seguramente el desastre no va a ser tan grande y el dinero que nos ahorramos lo dejamos "donde tiene que estar" en educación, sanidad, dependencia, ayudas a la innovación. 

Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia, ahora le toca a Francia. En todos los países se están llevando a cabo recortes más o menos improvisados, poco calculados, con resultados inciertos. Si las cosas siguen así, y por aquello de la globalidad, cualquier día le tocará a Alemania reajustar sus cuentas. Ni China parece estar ya a salvo, a pesar de su altísima competitividad y su habilidad para copiar en barato. 

Seguimos esperando que los gobiernos nos saquen de esta, pero quizás no sea la mejor alternativa. A lo mejor lo que tenemos que hacer es olvidarnos del papel del Estado en sentido patriarcal y protector y asumir que ya somos mayores de edad y que toca buscarse la vida. Si queremos que las cosas cambien no queda más remedio que empezar por cambiar de actitud.Queda descartado cualquier recurso a la violencia, sea del tipo que sea. Tanta memoria histórica y se nos olvida lo principal, cómo empezó todo. Qué cansino resulta escuchar y leer comentarios y opiniones que nos recuerdan una y otra vez aquello de las dos españas. Cuando no las 17.

Es también triste ver como los agentes de lo social: partidos políticos y sindicatos, sigue moviéndose entorno a la idea de maximizar su propia utilidad. Inconscientes unos y otros de la situación de "evolución casi revolución" en la que estamos inmersos.

Como lo que está por venir es diferente, propongo que las salidas que busquemos sean también diferentes y algo más creativas de lo que han venido siendo.  

La huelga. El recurso a la huelga no lo veo oportuno en este momento. La huelga, como la conocemos hoy en día, nació con la revolución industrial. En aquel entonces, que no es este ahora, la materia prima, el capital, la tecnología, estaban en manos de unos pocos. Era un modelo productivo intensivo en mano de obra barata. El único recurso del trabajador para reclamar derechos básicos era dejar de trabajar para presionar al patrón. No hay trabajo, no hay producción, no hay beneficios. Los unos no tenían nada que perder y los otros veían cómo se paralizaba la producción en sus fábricas y con ello cómo se reducían sus ingresos. La huelga afectaba directamente al bolsillo del patrono, del terrateniente. Era un recurso directo y eficaz. Costoso y doloroso para el trabajador pero con el que se consiguieron grandes logros.

El actual modelo de producción ha cambiado sensiblemente. No se trata solo de que la economía ya no se base en el mismo modelo tecnológico, entendido como forma de combinar los factores productivos. Sino que el concepto de patrono nada tiene que ver con lo que fue. Ahora son los mercados, esos grandes desconocidos. La economía financiera. Los gobiernos. ¿A quién hace daño una huelga? A los propios trabajadores, que dejarán de cobrar la parte proporcional a los días no trabajados. A la sociedad que, en el caso de una huelga en el sector público, es la principal afectada. ¿Al gobierno? ¿A los mercados? ¿A la economía financiera que está por detrás de la real y de la que sabemos entre poco y nada?

Toca ser creativos incluso a la hora de defender lo que es nuestro. La huelga no la veo buena alternativa en este momento. La vía política tampoco la veo operativa porque estamos en manos de una mayoría absoluta sorda, ciega y sordomuda. (... Me dejé llevar por Shakira... hablar hablan, pero a mí me gusta más cuando callan, porque están como ausentes... que diría Neruda).

No nos queda otra que ir por libre y apoyar desde abajo cambios que consigan mover a los de arriba. Seguir reclamando cambios en la educación, promoviendo un cambio de actitudes y valores, seguir promoviendo corrientes de opinión y debate, seguir moviendo el pensamiento a través de las redes sociales, el recurso a la creatividad, apoyar a la innovación desde los niveles más chicos: por ejemplo, en el comercio del barrio, mover a la sociedad a expresar su opinión. Fomentar la comunicación, compartir y difundir información de valor. Movernos desde la razón. Es la única manera que se me ocurre de evolucionar hacia esa otra etapa desconocida de nuestra historia económica.

Qué razón tenía Michael Jackson cuando decía aquello de All I wanna say is that they don´t really care about us. Así que toca ponerse las pilas y moverse desde la opinión y la comunicación.

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