domingo, 5 de mayo de 2013

Trini

Sí me gusta el día de la madre. Me gusta al margen de regalos, celebraciones familiares y puestas en escena varias. Me gusta por lo que supone de reconocimiento, me gusta por los abrazos: no pido otra cosa que abrazos, besos y un día brillante, soleado y lleno de color para poder disfrutarlo a tope.
Desde hace años, casi desde siempre, incluso antes de ser madre, me tomaba mi tiempo para pensar en la mía. No estoy segura de que a ella le gustara este día. No estoy segura de qué cosas le gustaban. Siempre hubo un gran valle entre ella y yo. Realmente creo que en su vida no cabían las cosas, o sí.
Es curioso hasta qué punto puede ser una gran desconocida una persona con la que has convivido, en soledad, 26 años; qué formó parte de tu vida durante mas de 40... que te dio la vida. 
Y mas... sí. Yo, que siempre he vivido más de puertas hacia dentro: en mi mundo interior, he pensado mucho en ella, en mí. Y en lo que me dio. 
Sin ser consciente de ello, me ha hecho libre, no puso en valor a la mujer, sino a la persona, primó mi formación sobre otros aspectos que ahora considero más banales. Me hizo ser consciente de la importancia del afecto, con sus desafectos.
Una sencilla flor, de ayer para mismo. Para mi madre.

Recuerdo hace años, no muchos, quizás diez, un día en que me llamó: hija, y si vamos a comer tu y yo juntas... ya tenía planes, le dije que no. Y ese no me siguió acompañando siempre, no encontré otro día para salir a comer con ella. No hubo más ocasiones, no las busqué y ella interpretó eso No como un Nunca. No sentía nada que tuviera que compartir con ella en una comida madre - hija.
No sé si me arrepiento de ello. Forma parte de la historia de mi vida. Pero está ahí y me pesa. Y cada día de la madre me acuerdo de ella y de ese no que fue un nunca.
No sé qué clase de madre soy, cómo me verá mi hijo. No sé si tendré la misma capacidad que ella tuvo para hacerle ser una persona libre, autónomo, independiente. Pongo más esfuerzo en los afectos, rectifico, no es esfuerzo, me sale de manera natural abrazarle, mimarle, darle besos. Llamarle guapo, y decirle lo valioso que es. 
¿Cómo crecerá? ¿Querrá comer conmigo cuando sea un adulto autónomo y libre de decirdir y actuar? ¿Tendremos algo que decirnos?

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