Posponer. Dejar que venga pasando el tiempo desde la ausencia.
No pensar.
Que el tiempo fluya y lo dilapide todo.
Que no queden ni los posos de lo que fue.
Nada. Ni los recuerdos de abrazos y besos.
De los que se fueron. De los que llegaron sin querer. De los que se detuvieron... y pasaron.
Que fluya y se diluya en otros brazos secos. Olvidadizos. Pétreos.
Que los próximos besos, sus besos, sean los de después y y sepan a óxido y herrumbre.
Al frío del alma que ya no es.
Y allí, al fondo, la soledad |
!qué así sea querida, pues llegando al olvido no queda otra salida mi niña! Precioso. Gracias y besos
ResponderEliminarGracias, Amparo. Me llena de ilusión que te haya gustado. Te sigo y me llega lo que escribes, así que es un honor... ¡Besote!
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